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El Teletrabajo y El Riesgo por Ruido: El Uso de Auriculares





            Y si. La nueva modalidad de trabajo (ni tan nueva, en realidad) aparentemente ha llegado para quedarse. Expertos estiman que el avance vertiginoso que en los últimos meses ha experimentado el Teletrabajo, producto de la situación mundial actual asociada al virus SARS-CoV-2 y a la enfermedad que produce, COVID-19, adelantó al menos en 5 años el posicionamiento del trabajo a distancia en el mercado... Son muchas las bondades del Teletrabajo como bien sabemos pero tal como les he comentado en posts anteriores, el hecho de trabajar desde casa (o desde donde te encuentres) no significa que estés exento de riesgos laborales. De hecho, trabajar en casa suele presentar casi los mismos riesgos que laborar como clásicamente lo hacías e incluso, se añaden unos riesgos nuevos... Por fortuna y gracias al trabajo de miles de expertos en Salud Ocupacional y Prevención de Riesgos, cada vez es más común (🙏🙏🙏) escuchar a los teletrabajadores hablar de "riesgos ergonómicos", "riesgos psicosociales"... Pero la lista de riesgos es más larga... (revísalos aquí) y (y por aquí) puedes checkear como evitarlos.


            Pero aun cuando la concientización respecto a los riesgos ocupacionales cada vez es mayor, existen riesgos que si bien siempre han existido, ahora se acentúan; en la búsqueda de aislarnos del ruido y las interferencias ambientales para ser lo más eficientes posible, hemos introducido un nuevo riesgo: el Riesgo por Ruido, 👂 en tanto aumentamos peligrosamente el volumen de nuestros auriculares, audífonos o manos libres, lo que puede ocasionar daño acústico agudo y crónico, con la consiguiente disminución de la capacidad auditiva o hipoacusia, que puede ser temporal o pasajera. Profundicemos un poco más...

 

            Nuestro complejo sistema auditivo está constituido por un conjunto de elementos íntimamente integrados que permiten la captación de las ondas sonoras por el oído externo, su transmisión hacia el oído medio donde son convertidas en energía mecánica y luego esta energía es transferida a un medio líquido en una porción del oído interno denominada caracol, donde un conjunto de  células transforma esta energía mecánica en electroquímica. Todo ello permite la generación de impulsos nerviosos que viajan hasta el cerebro donde se terminan de procesar las señales auditivas y se elaboran respuestas coherentes que luego son enviadas desde el área auditiva cerebral hacia zonas inferiores: tronco encefálico, cerebelo y el propio oído, para fines diversos, como la propia percepción auditiva, la modulación de la actividad de las células auditivas, el procesamiento del lenguaje (que no es lo mismo que el habla, OJO), la orientación espacial, el mantenimiento o la atenuación del estado de vigilia, incidiendo además en el ritmo circadiano... y muchas otras funciones vitales que nos predeterminan como seres humanos.


            Lógicamente, al ser tan relevante para el proceso de socialización y relación con el medio externo, nuestro sistema auditivo posee mecanismos de defensa que le brindan protección frente a ruidos inminentes, inesperados y/o muy fuertes. Lamentablemente nuestro aparato acústico no está preparado para los grandes ruidos del mundo actual, y menos aún para exposiciones prolongadas en el tiempo; así que tristemente, cada vez es más común observar daño auditivo asociado. Cuando elevamos el volumen de nuestros auriculares por encima de un punto crítico, las células encargadas de transformar la energía mecánica en electroquímica comienzan a sufrir y a morir, lo que conlleva a hipoacusia. Si esta exposición es puntual, a pesar de que las células igual presentan daño agudo y mueren, lo más común es que al cabo de aproximadamente una o dos semanas la población celular se restablezca y desaparezca la hipoacusia. Sin embargo, si la situación estresora se mantiene en el tiempo la celularidad del oído interno morirá progresivamente hasta causar hipoacusia irreversible: llegado este punto, no es posible recuperar la capacidad auditiva perdida... 😐




            En las microfotografías anteriores se observa, primero, células auditivas indemnes en un oído sano, mientras que en la segunda imagen se evidencia la práctica ausencia de las mismas, secundario a un trauma acústico grave.

            Los auriculares convencionales, los que utilizamos habitualmente, emplean frecuencias de ondas máximas (lo que llamamos "volumen") que oscilan entre 75 y 130 Decibeles (Db). Internacionalmente se tiene que para minimizar el riesgo de padecer problemas auditivos el nivel de ruido máximo permitido durante una jornada laboral diaria de 8 horas, es de 85 Db. Buen momento para que te preguntes: ¿Cuántas veces le he subido a tope el volumen a mis auriculares? 😅

            Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que el máximo volumen que debemos utilizar, no debe superar el 60% de la capacidad de nuestros equipos auriculares... Es preocupantemente frecuente el hallazgo de hipoacusia en pacientes jóvenes, tras practicarles audiometrías de rutina... En algunos casos estas hipoacusias se asocian a enfermedades previas del oído y/o sistémicas y a conductas poco higiénicas, pero en buen número de casos la asociación es laboral. 

            Entonces, ¿Cómo evito el daño auditivo asociado al uso de auriculares? 💁 A continuación te doy algunos tips fáciles de aplicar para que minimices los riesgos asociados.


            1. En primer lugar, SIEMPRE ORGANÍZATE: la organización de tu tiempo, de tus recursos y la jerarquización de tus deberes conllevará a mayor eficiencia y minimizarás todo tipo de riesgos. Puedes ver un trucazo para potenciar tu rendimiento (aquí)

            2. En segundo lugar, antes de iniciar tu jornada, cerciórate de que tus equipos auriculares estén en perfecto estado: cualquier tipo de avería podría significar daño a tu sistema auditivo y otros tipos de riesgos.
            3. Pregúntate: ¿Verdaderamente NECESITO utilizar audífonos? Si la respuesta es NO pero eres de los que gusta de escuchar música durante la jornada laboral, prueba utilizar los altavoces de tus equipos electrónicos, a un volumen prudente.

            4. Si definitivamente debes utilizar auriculares, acostúmbrate a emplearlos a un nivel adecuado; por lo general, cuando aumentas progresivamente el volumen, prácticamente todos los equipos electrónicos actuales te indican hasta qué punto es seguro. Entonces, no aumentes más allá de ese umbral. 

            5. Cada 90 minutos de trabajar con audífonos, (menos, si sientes fatiga auditiva)  retíratelos, descansa de ellos al menos durante 15 minutos y realiza Pausas Activas (revisa aquí) y posteriormente, toma un vaso con agua, realiza todas las necesidades que tengas pendientes (😜) y reemprende tu jornada.

            6. Recuerda esto: ¡Tus oídos solo los limpia el médico especialista! (Otorrinolaringólogo, Foniatra, Audiólogo, Otólogo...) Tu debes asearlos externamente, solo el pabellón. No introduzcas nada en ellos. (¡EXACTO!, ni siquiera hisopos
            
            7. Si sientes dolor, molestias, si no puedes oír normalmente o si tienes cualquier duda, consulta al médico. (Estoy a tu disposición 😊)

            Bueno, ahora que estás enterado de los riesgos que implica utilizar auriculares durante tu jornada laboral, de lo delicado de tu sistema auditivo, de lo importante que es para multiplicidad de procesos y funciones y para mantenerte conectado con tu entorno y que sabes como disminuir la probabilidad de presentar patologías asociadas, ¡No tienes excusas, cuídate! 😉💓 





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